El viernes 20 de julio de 1810 cuando se dio el grito de independencia, la plaza mayor de Bogotá estaba llena, de campesinos que salían a vender y gente que salía a comprar. Ese día los intelectuales estaban esperando a otro intelectual criollo llamado Antonio Villavicencio para hacerle un homenaje en un banquete. Surgió entonces la idea de ir a la tienda de un español llamado José González Llorente a pedirle prestado un florero para adornar la mesa donde iban a atender el banquete de Antonio Villavicencio.